La
idea de construir un palacio digno de la familia Colón en Sevilla y en el
que tuviera cobijo la gran biblioteca que tenía ya formada y sirviera de
centro de trabajo del equipo que confeccionaba los repertorios
fernandinos, debió de gestarse hacia el año 1525. En un momento de sosiego
y durante una de sus largas estancias prolongadas en Sevilla, don Hernando
decidió edificar en 1526, junto a la Puerta de Goles, a orillas del
Guadalquivir, una vivienda “al estilo de las villas suburbanas recreadas
en Italia por los humanistas y arquitectos del renacimiento florentino”.
Esta decisión pudo deberse fundamentalmente, según don Antonio Muro
Orejón, a la atracción que sentía Hernando Colón por Sevilla, su clima y
sus costumbres, como su rango de metrópoli de las Indias. Todo esto unido
a los lazos de afecto con los Cartujos de Santa María de las Cuevas, y el
amor a la población donde estaban depositadas las cenizas de su padre.
La casa estaba situada en unos terrenos que comprendían
desde la orilla del río hasta la muralla de la ciudad, en la parte de la
llamada Puerta de Goles, y que más tarde se denominaría Puerta Real por
ser por donde entró en la ciudad Felipe II en 1570.
Junto a la casa, plantó un huerto
frondosísimo con toda una variedad de árboles de adorno y frutales que
hizo traer de todas partes para que se convirtiese en lugar reservado para él y sus amigos, y en la distribución de
las habitaciones, la mayor parte ocupadas por los libros de la Biblioteca,
se puede observar la distribución física de las obras atendiendo a las
Materias.
Además de la sede de su espléndida
biblioteca, la casa de Goles se convirtió en el segundo centro de estudios
cosmográficos de España, desarrollando actividades paralelas a las que
tenía como propias la Casa de Contratación de Sevilla. Estas actividades
científicas en torno a la Cosmografía y arte de navegar, con lecciones
públicas para los interesados, son sin duda el fundamento de la idea, compartida por los
historiadores sevillanos de que Hernando Colón estableció en su casa una
Academia de Matemáticas para instruir a los jóvenes estudiosos.
Al mismo tiempo que compraba
libros en sus viajes por Europa (Alemania, Flandes, Italia, Francia),
adquiría estampas y grabados, llegando su colección a ser una de las más
importantes del mundo. Estos grabados estaban clasificados según lo que
representan: en personas, animales, inanimados, lazos, tierras y follajes.
Dentro de cada uno de estos apartados están ordenados por su tamaño en
relación con el pliego de papel. De cada grabado se hace en el “registro”
una minuciosa descripción de lo que representaba, de su leyenda y el
idioma en que estaba redactada, con indicación, si la tenía, de la fecha y
de la marca. Aunque la mayor parte de los grabados estaba sobre papel,
había ejemplares en pergamino y también en colores. Grandes artistas
alemanes como Alberto Durero y Lucas van Leyden, e italianos como Andrea
de Venecia, Juan Bautista del Porto, son algunos representantes de la obra
recopilada por Hernando Colón.
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