Las primeras noticias sobre los repertorios se encuentran ya recogidas
en su testamento, donde se insta a que se sigan elaborando, como
objetivo principal.
Siguiendo a Ruiz Asensio podríamos dividirlos en tres
grandes bloques: ficheros alfabéticos, topográficos y documentalistas.
Corresponde al primer grupo el Abecedarium A,
ensayo de un índice alfabético cuyos asientos se limitan a recoger el
nombre del autor, el de la obra y el número que tenía el libro en el
Registrum A. Fue el origen del Índice General Alfabético o
Abecedarium B y Supplementum.
El Abecedarium B es el arco clave de todo el edificio repertorial
hernandino y si nos situamos en su tiempo de confección, algo novísimo y
revolucionario. Está formado por 15.344 asientos divididos en tres
categorías: la primera contiene el nombre del autor (ordenado por nombre
propio), seguido del título (si existen varias obras se escriben unas
debajo de otras); la segunda corresponde a las obras anónimas, que se
indizan por la palabra más importante del título; la tercera son los
íncipits o primeras palabras del texto. Para las dos primeras
categorías el esquema que sigue este repertorio es: tras el autor o
título, aparece la inicial del lugar de impresión y el año de edición, a
continuación tres números que corresponden al Registrum B
(subrayado), Materias (metido en un cuadro abierto en su
parte superior) y Epítomes (dentro de un cuadrado).
En ocasiones la lengua, su condición de manuscrito y unos símbolos
que hacen referencia al tamaño del libro, columnas, etc.
A partir de éste se confeccionan:
- el Abecedarium B bis o
Índice de Autores y obras solamente, sin incluir los comienzos de texto. Sólo aporta un
duplicado de parte del Abecedarium B.
- el
Abecedarium C o Índice de Autores y Ciencias, que consiste en
entresacar del Abecedarium B los asientos con nombre de autor y
obra e ir adscribiendo cada uno a las distintas ciencias o materias
(abreviatura de la materia más el número del Registrum B).
El primero de los ficheros
topográficos es el Registrum A, de él se conserva la parte
correspondiente a los 1.635 libros que envió desde Venecia a Sevilla y se
hundieron en el mar, por ello se conoce también como Memorial de los
libros naufragados.
Dado el enorme volumen de libros que don Hernando fue
acumulando en su biblioteca, decidió darle una nueva ordenación, para lo
cual confeccionó el Registrum B. Éste describe de manera
minuciosa los 4.231 asientos que recoge. Su esquema es: número asignado al
libro, autor y título, íncipit y éxplicit, partes del libro,
datos de impresión (impresor, ciudad y fecha) y datos de compra (lugar,
fecha y precio).
Como ficheros documentalistas Colón concibe en primer
lugar el libro de los Epítomes, que se corresponde de forma absoluta con
los modernos abstracs. Así quien lea el resumen decidirá si le conviene
leer todo el libro o si le basta o satisface aquella breve relación.
El libro de las Materias es el primer
testimonio conocido de recuperación de la información mediante
thesaurus. La idea era que buscando una palabra clave se
accediera a los títulos existentes en la biblioteca sobre aquella materia
y el grado de profundidad con que la trataba.
Este repertorio sirvió para la posterior confección del
libro de las Proposiciones. Del de Materias se
entresacaban los asientos y se copiaban, siguiendo un orden alfabético, en
el de las Proposiciones. Además se añade el autor, título, el
grado de intensidad en el tratamiento del tema (per totum,
breviter...) y finalmente el número que tenía en el libro de las
Materias. |