Biblioteca Capitular de Sevilla

Los orígenes de la Biblioteca Capitular hispalense se remontan a fines del siglo XIII, cuando la Catedral recibió la donación de la librería privada del rey Alfonso X en la que se hallaban, entre otros, un Evangeliario y una Biblia en dos cuerpos, la Biblia de Pedro de Pamplona, aunque ya desde 1248 debía contar al menos con los libros precisos para el culto y ordenamiento del Cabildo.

Se ha ido enriqueciendo gracias a sucesivas donaciones de arzobispos y canónigos, pero también a que existía casi una tradición en Sevilla de legar libros a la biblioteca de la Catedral. Entre los primeros podemos mencionar en los primeros tiempos a los arzobispos Pedro Gómez Barroso (1387), Juan de Cervantes (1450) y Fonseca (1473) y los canónigos Gonzalo Sánchez de Córdoba (1473), Juan de Alcocer (1507) y Rodrigo de Solís (1545) entre otros.

De todas las donaciones destaca la llegada en 1552, tras diversos avatares, de la librería de Hernando Colón, hijo de Cristóbal Colón, que será conocida por todos como Biblioteca Colombina y que por su importancia merece tratamiento aparte. Desde entonces se unirán bajo el nombre de Biblioteca Capitular Colombina. En los siglos siguientes continuarán las donaciones, recibiendo en el XIX y XX numerosos legados entre los que sobresalen los de José Gestoso y Pérez y del conde de Aguiar. A todo ello hay que sumar los libros que el Cabildo ha ido comprando y aquellos códices que se producían en el scriptorium la Catedral o en talleres de escribanos fuera de ella. Su preocupación por los libros queda patente en la documentación conservada en el Archivo Capitular.

A finales del siglo XVII redacta nuevos inventarios el canónigo Juan de Loaisa, figura señera que desempeña ya la doble función de archivero y bibliotecario, y en el XVIII sobresale Diego Alejandro de Gálvez, racionero de la Catedral, que confecciona nuevos inventarios y registros y renueva las instalaciones. En el XIX, aparte de la repercusión de la política desamortizadora, destaca la labor de dos grandes bibliotecarios: Cayetano Fernández y Servando Arbolí, que contaron con el oficial José María Fernández Velasco. Se promovió la renovación de la Colombina consiguiendo el patrocinio de Isabel II, los duques de Montpensier y diversas instituciones y personalidades sevillanas. Se comenzó además el Catálogo de impresosde la Colombina.

En 1986 se derrumbó parte de una bóveda de la Biblioteca y, gracias a la intervención de la Junta de Andalucía, se llevó a cabo una profunda renovación de sus instalaciones, reabriéndose en 1992. Actualmente el conjunto de las dos bibliotecas, Capitular y Colombina, constituye una de las colecciones más importantes en manuscritos e impresos (unos 75.000 volúmenes). Su contenido es tan amplio que podemos afirmar que todas las ramas del saber humano están representadas en ella, aunque sin duda merecen una mención especial el fondo local sevillano, manuscrito e impreso, y los libros litúrgicos, desde el s. XIII hasta hoy, además de ciertas obras destacables de la literatura española e interesantes publicaciones periódicas, españolas y extranjeras. En cuanto a la envoltura libraria, alberga una de las mejores muestras de encuadernación histórica, desde la Edad Media hasta nuestros días. Su gestión conjunta con los fondos bibliográficos de la Biblioteca Arzobispal y los fondos documentales del Archivo de la Catedral y el Archivo del Arzobispado, hacen de la Institución Colombina un centro del más alto interés cultural.

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